DIAGNÓSTICO
SEGUNDA PARTE
Historial Natural del Complejo Volcánico de Colima (CVC)
2.1
Construcción de estructuras volcánicas
El
interés que ha generado en épocas recientes el cinturón volcánico transversal
se traduce en un creciente número de publicaciones especializadas, dedicadas
sobre todo a temas de tectónica y vulcanismo donde se trata de esclarecer las
circunstancias de su génesis, posición respecto a la zona de subducción del
pacífico, evolución de sus magmas, etc.
A
partir de acontecimientos catastróficos ligados a la actividad volcánica de
algunos de los sectores de esta provincia fisiográfica y concretamente después
de los sismos del año 1985, los estudios realizados se han encaminado al monitoreo
y la evaluación de riesgo potencial de algunos de los sectores, principalmente
de los más activos, siendo el principal el complejo volcánico de Colima.
Una de las estructuras que mayores
complicaciones representan en cuanto a la explicación de su génesis y evolución
es sin duda el Eje Neovolcánico, Cinturón Volcánico Transmexicano
o Cinturón Volcánico Mexicano (CVM) (Figura 1). Quizá es por ésta situación,
que comparativamente al resto del territorio a sido esta provincia geológica
sobre la que más trabajos científicos se han realizado.
Figura
1. Croquis de localización
En
general esta área de debilidad cortical pone en evidencia los diferentes
desplazamientos de las placas de la corteza que participan, en esta porción del
planeta que son la placa Norteamericana con dirección oeste, la del Pacífico
noroeste, la de Cocos hacia el Noreste y la Caribeña hacia el este; la dinámica
de estas placas genera aquí esfuerzos tensionales responsables del fenómeno
volcánico
(Aguayo/Martín,
1987). Acorde con esto Shurbert y Cebull (1984) señalan que en esta área de
choque de placas produce una microplaca con un movimiento lateral derecho y que
el CVM es el resultado de un margen continental incipiente que puede
desarrollarse produciendo un límite claro o quedar abortado.
Sea
cual sea el significado del CVM, es sin lugar a dudas una porción del país que
presenta una tectónica activa, caracterizada por un intenso fallamiento,
edad muy reciente; en su morfología se traduce en escarpes enérgicos y
rectilíneos de gran desarrollo longitudinal apenas retocados por la erosión
(Martínez/Nieto, 1990). Las rupturas corticales han operado como eficientes
conductos del magma a través de centros de emisión centrales o fisurales con
edades diferentes y algunas variaciones en la composición de sus productos.
Como
ya se manifestó, la edad del inicio de los acontecimientos volcánicos en el
CVM es un tema de controversia; para algunos este inicio hace 4.5 m.a., otros lo
ubican hace 10 m.a. (Sheridan/Macias, 1992), lo que si parece claro es que la
edad de los volcanes disminuye en forma general de este a oeste con lo cual las
manifestaciones volcánicas se acercan cada vez más a la zona de subducción
del Pacífico (Nixon et al 1987).
Existen
algunas ideas generales en las cuales existe cierto consenso como que el
mecanismo responsable de la producción del magma en CVM es la subducción en la
trinchera Mesoamericana sea ésta con la placa de Cocos o con la de Rivera; que
los grandes estratovolcanes compuestos de andesitas se orientan con relación a
direcciones de fractura norte-sur, perpendiculares a la dirección de los
esfuerzos tensionales y que su actividad volcánica a migrado de norte a sur;
los pequeños conos monogenéticos se orientan en dirección
oeste/suroeste-este/noreste y que el volcanismo en el CVM a migrado de este a
oeste acercándose a la zona de subducción (Demant, 1978 y 1979; Nixon et al,
1987; Pasquare et al, 1987a y 1987b; Luhr/Carmichael, 1981 y 1982; Luhr et al,
1985 y Allan, 1986).
No
obstante los importantes avances en el conocimiento de ésta provincia aún
quedan interrogantes por resolver y trabajos por hacer, sobre todo en cuanto a
la escala de trabajo; como hace notar Verma (1987) existen importantes
cuestiones por resolver en cuanto a los temas estrictamente volcanológicos que
serán mejorados con los monitoreos que ya se llevan a cabo. A la luz de los
nuevos conocimientos será posible aportar nuevas explicaciones, por ejemplo,
del porque de la falta de paralelismo del CVM con respecto a su zona de subducción.
2.1.1. El complejo volcánico de colima
La
estructura volcánica más destacada del graben de Colima es sin duda el
complejo volcánico de Colima CVC formada de norte a sur por los volcanes: el Cántaro,
Nevado de Colima y Volcán de Fuego, éste último es considerado el más activo
y peligroso de los volcanes de México.
Figura 2. Croquis de ubicación regional
La
actividad del CVC inicia en el norte con la construcción del Cántaro hace
1.5-1.0 m.a. (Allan Opus. cit.), el cual pudo haber sido un pequeño volcán
compuesto pero muy prominente esta conformado por andesitas silíceas y dacitas.
Un domo de andesitas - dacita bien conservado se ubica al flanco norte de El Cántaro.
Actualmente éste edificio - verdadero macizo antiguo - está profundamente
disectado por la erosión fruto de una temprana pérdida de actividad que migra
hacia el sur construyendo sucesivamente los otros dos edificios que integran la
"triple alianza", el Nevado de Colima y el Volcán de Fuego son más básicos:
andesitas básicas a andesitas, que presentan formas frescas, que en el caso del
Nevado han sido retocadas por la erosión glaciar (Lorenzo, 1961).
Las
estructuras que integran el CVC son de norte a sur: Volcán El Cántaro, Volcán
Nevado de Colima y Volcán de Fuego. Aquí se han sucedido actividades y aportes
de productos de diferente magnitud, de ello resultan las formas estructurales y
deposicionales contribuyendo de esta manera a la dinámica de los procesos
naturales de una amplia región cuya influencia disminuye conforme nos alejamos
del CVC
En
la actividad histórica del Volcán de Fuego han sido reconocidos
comportamientos cíclicos que comprenden un periodo aproximado de 100 años
(Luhr/Carmichael, 1980).
De
acuerdo con Luhr y Carmichael (1990), los 400 años actividad histórica
considerados a partir del primer registro que hace mención expresa a la
actividad del Volcán de Fuego hecho por Fray Antonio Tello en 1576 (Flores,
1987), son divididos en cuatro ciclos que presentan las siguientes características
generales: cada ciclo inicia con el ascenso de un domo en el cráter durante 50
años más o menos, continúa por una fase de igual duración dominada por
erupciones intermitentes de lava en bloques y termina con una fuerte erupción
tipo Monte St Helen.
Las
erupciones de alta energía características del final de ciclo producen
abundantes piroclástos de caída libre de amplia distribución, así queda
demostrado por la erupción de 1913 cuyas cenizas fueron detectadas a 720 Km al
Noreste de CVC.
Los ciclos reconocidos son:
Ciclo I |
1567
– 1611 |
Ciclo
II |
1611
– 1818 |
Ciclo
III |
1611
- 1913. - El 13 de Junio de 1869 aparece el volcán adventicio llamado
Volcancito en el piso de la caldera en el NE. Durante 1885, 1892, 1903,
1908 y 1909 existe actividad piroclástica incluyendo erupciones de tipo
Vulcaniano que concluye con la gran erupción del 20 de Enero de 1913. |
Ciclo
IV |
1913
- ? - Por 48 años la actividad quedo restringida al ascenso de un domo
en el interior del cráter. La actividad eruptiva se reinicia con la
expulsión de lava en bloques en 1961, continúa este tipo de actividad
en 1975, 1981, 1987 y 1991. Existe un acuerdo unánime en que el evento
característico de final de ciclo está próximo. |
La
evolución de la composición de los productos del volcán demuestran que a
medida que se aproximan al final de un ciclo aumenta el contenido de MgO y CaO y
disminuye el SiO2, dicho de otra manera el magma se vuelve más básico. Esta
evolución incrementa según Luhr y Carmichael (Opus. cit) la explosividad
porque permite la explosiva exsolución de los volátiles, afirmación que
contradice la idea comúnmente aceptada de que al decrecer la viscosidad
disminuye la explosividad.
Para
concluir presentaremos a continuación un esquema de los depósitos piroclásticos
relacionados a cada volcán, con base en las descripciones de diferentes depósitos
realizadas por Demant (1979), Luhr y Carmichael (1980 y 1982), Robin et al
(1987), Romero y Martín del Pozo (1988), y Rodríguez (1991):
Tabla 2 Depósitos piroclastícos en el CVC
Volcán |
Formación |
Edad ( m.a ) |
Cántaro y Nevado |
Cenizas
Amarillas |
1.0
|
Nevado |
Andesita
la Calle |
0.5
- 0.25 |
Atenquique |
0.38
- 0.18 |
|
Toba
los Mazos |
|
|
Dacita
Loma Alta |
|
|
Paleofuego |
Andesita
la Membrillera o Pómez Cíclica
|
0.11 |
Antiguo Colima |
Derrames
Gruesos de andesitas |
|
Avalancha
los Lobos |
0.08
- 0.05 |
|
Avalancha
San Antonio |
0.043 |
|
Fuego |
Andesita
la Lumbre |
0.043
– 1867 |
Lahares
Cofrafía |
|
|
Andesitas
el Playón incluye todos los episodios de lava en bloque |
1867
– 1991 |
|
Gravas
Cordobán no esta bien definida se considera que incluye todos los
productos de caída de alta energía después de la formación de la
caldera CIV |
|
2.2
Dinámica atmosférica y climas
2.2.1.
Datos paleoclimáticos del CVC
El clima o mejor dicho los climas del CVC y de la región en su conjunto, han cambiado a lo largo del tiempo, con ello han cambiado las condiciones ambientales. De los estudios polínicos y de los de glaciarismo que se han realizado en nuestro territorio se desprenden una serie de cambios que se resumen en la tabla 3. A la luz de los datos se puede comprender mejor algunos de los cambios que experimenta o esta experimentando principalmente las comunidades vegetales del CVC, de ahí la mayor o menor vulnerabilidad de estas formaciones vegetales y sus fluctuaciones que a últimas fechas podemos observar.
Las
evidencias del calentamiento progresivo o incremento relativo de las
temperatura, afecta en la reducción natural de las formaciones de afinidad
boreal como los bosques de Pinus hartweguii y Abies
religiosa, así logra
distinguir una reorganización de los pisos vegetales que las hace más
vulnerables en un medio ya de por si inestable por la relativa juventud de las
estructuras volcánicas, de sus formaciones superficiales y de su poca
resistencia a la erosión.
Datos
paleoclimáticos del CVC con base a los trabajos
de
Brown (1985) y Heine (1973):
Periodo de Años |
Depósito |
Características |
36
000 - 32 000 |
Morrena
I (MI) |
Aumento
de temperatura |
26
000 - 16 000 |
Morrena
I (MI) |
Disminución
de temperatura |
16
000 - 12 000 |
Morrena
I (MI) |
Relativamente
seco y frío |
12
100 |
Morrena
II (MII) |
Se
produce sobre todo por un aumento de precipitación en la fachada del
Golfo. |
11900 |
Morrena
II (MII) |
Incremento
de temperaturas con pequeñas fluctuaciones |
12
000 - 10 000 |
Morrena
II (MII) |
Desarrollo
de paleosuelo |
10
000 -
8 500 |
III
(MIII Morrena) |
Morrena
final y laterales bien conservadas.
Desciende el límite climático de la nieve. Condiciones más favorables para el desarrollo de las más
importantes glaciaciones en las montañas mexicanas |
Óptimo Postglaciar
8000
- 5 000 |
“ |
Periodo
más tibio desarrollo de andosoles incluso por arriba de 4200 msnm.
Hoy en día el desarrollo de estos suelos por arriba de 4000
msnm. esta limitado por la temperatura. |
2
000 -
3 000 |
Morrena
IV (MIV) |
Durante
este periodo el clima se torna ligeramente fresco y húmedo, avance
glaciar menor. |
1
600 -
1 860 |
Morrena
V (MV) |
Pequeña
edad de hielo |
1
850 -
1972 |
“ |
Los
glaciares entran en etapa de retroceso, se reducen a pequeños indicios
de hielo. |
2.2.2.
Información básica sobre el clima de la
región
El
CVC Constituye una barrera topográfica que frena en forma drástica el
efecto oceánico, por lo que a partir de él hacia el norte la continentalización
del clima es evidente. El desarrollo altitudinal del CVC en conjunto con su
posición latitudinal produce como ya hemos apuntado, variación termopluviométrica de diversas implicaciones en
los procesos presentes en el área, es así que contribuye de manera decisiva en
la configuración de diferentes pisos geoecológicos y en la elaboración de un
complejo mosaico en cuya elaboración ha influido notablemente el hombre.
Los pisos térmicos del CVC comprenden desde tierra caliente al sur,
hasta cumbres heladas con presencia de nieve estacional, pasando por medios
templados con afinidades boreales característicos del conjunto norte en el
puerto del floripondio.
En
el CVC encontramos una gran variedad de climas gracias al juego
de las combinaciones del gradiente altitudinal con las diferentes
exposiciones que pueden presentar sus laderas, barrancos y cumbres.
En un gradiente altitudinal de
por lo menos 17 kms comprende una amplia gama que van desde los cálidos y semihúmedos en las partes bajas hasta los de alta montaña,
en un espacio relativamente reducido contribuyen a la diferenciación intrínseca
del CVC..
2.2.3. Dinámica atmosférica
El
régimen de lluvias marca dos períodos contrastados a lo largo del año, tal y
como es característico de los regímenes tropicales. Es posible identificar un
período seco de octubre a mayo en casi la totalidad de registros de las
estaciones meteorológicas de la región, salvo aquellas que por efecto de la
montaña logran capturar humedad eventualmente durante el invierno. el período húmedo o de
lluvias normalmente es de elevada intensidad y corta duración, es generado
por la afluencia de los mecanismos ciclónicos del Pacífico y se
presenta entre los meses de junio a septiembre y sus máximos de precipitación
se concentran en julio regularmente. Algunas estaciones presentan un segundo máximo
de precipitación en el mes de enero como consecuencia de la penetración de
frentes fríos durante el Invierno, las estaciones bajo esta influencia son
aquellas con orientación preferente hacia el norte y en altitudes importantes
con lo cual se infiere que su efecto se deja sentir en los relieves vigorosos
tal es el caso del Picacho a los 4 270 m donde logra capturar humedad en forma
de nieve y hielo presentando una imagen netamente alpina durante este breve período
al año. El fenómeno que se presenta la final del invierno y que
recibe el nombre local de “cabañuelas” (propiciado por los frentes fríos
de invierno), es vital para la consolidación de la producción agrícola de
invierno en muchas áreas de México.
Para
reconocer los tipos de climas en el CVC y el análisis de sus elementos
principales, de precipitación y temperatura se contó con datos de 22
estaciones meteorológicas ubicadas en los alrededores del complejo volcánico
(tabla 4). Sin embargo la calidad de los datos es cuestionable ya que existen
lagunas de información entre los períodos de observación y notables
diferencias entre una estación con 50 años y otra con tan sólo 7 (las series
son incompletas y son relativas únicamente a los promedios mensuales). La
estación metereológica situada a mayor altitud es la de 1820 m, esto, resulta
un escollo serio para la extrapolación ya que el Complejo presenta una elevación
de 4,270 m en el Picacho, con lo cual existe una gran incertidumbre sobre el
comportamiento de la temperatura, pero más aún sobre la humedad. En los
inventarios realizados se tomaron datos de temperatura y humedad ambiental, sin
embargo su utilidad se reduce a efectos comparativos.
Tabla
4. Ubicación general de las estaciones meteorológicas
# Estaciones |
Ubicación |
Altitud |
4 |
norte |
1,264 – 1,820 |
5 |
este |
1,045 – 1,528 |
7 |
sur |
340 – 1,240 |
3 |
oeste |
760 – 1,264 |
Se
elaboró un mapa de climas (a través
del análisis de regresión lineal), estamos conscientes de las limitaciones que
imponen los datos, sin embargo, este mapa puede considerarse como la referencia
más próxima de la realidad.
Para
conocer las características de la dinámica atmosférica regional, la Información
sobre formaciones vegetales es importante para conocer el comportamiento de fenómenos
atmosféricos de gran influencia geoecológica, tal es el caso del estancamiento
orográfico, por ejemplo.
Desde
el punto de vista térmico la estacionalidad es poco marcada o netamente
inexistente. Las temperaturas varían desde los 20 grados promedio anual en el
pie de monte meridional, hasta aquellas próximas a cero, en el sector de
cumbres del Picacho.
De
todas las estaciones que se comprendieron en nuestra área de estudio
presentamos un ejemplo de cada una de las orientaciones, así Comala caracteriza
a la porción sur (Figura 3 ), Quito a la este, Tapalpa a la norte y Zapotitlán
de Vadillo a la oeste.
Figura 3. Balance hídrico Cómala, Col.
Ya
hemos puesto de manifiesto en la descripción general de este capitulo el
comportamiento de cada uno de las orientaciones del CVC, desde el punto de vista
de los elementos climáticos como la precipitación y la temperatura. Sin
embargo apoyados en los gráficos presentes realizaremos algunas
puntualizaciones respecto a las implicaciones de estos comportamientos.
El
sur -Cómala como ejemplo-,
presenta una gran homogeneidad térmica durante todo el año respecto a sus
temperaturas medias, es así que nos encontramos las menores amplitudes térmicas
en estas orientaciones, en general menores a los 3oc
en promedio. Debemos apuntar que a ello contribuyen varios factores que,
como veremos también afectan a las precipitaciones.
Las
altitudes con respecto al mar descienden con forme avanzamos al pie de monte
sur, las estaciones meteorológicas están por debajo de los 700 msnm, existe
una gran homogeneidad topográfica con un pie de monte o glasis que forma una
rampa suave que solo se ve interrumpida por pequeñas colinas caóticas, las
cuales no logran inducir cambios en el comportamiento de los elementos de manera
significativa.
El
análisis de los datos globales, con todos los inconvenientes señalados,
permiten aproximarnos al comportamiento de los elementos en el gradiente topográfico,
en el casi de la temperatura para esta orientación se ha estimado un gradiente
de 0.4co por cada 100 m de ascenso.
Las
precipitaciones presentan un régimen unimodal y como en el resto prácticamente
se establecen dos estaciones pluviométricas, secas y lluvias. Los efectos de
las condiciones atmosféricas durante el invierno, le son ajenas a esta área
del CVC ya que su altitud y posición respecto a las grandes estructuras geológicas
evitan casi cualquier influencia, salvo ante la ocurrencia de frentes invernales
de gran fuerza, esto sin embargo, no alcanza efectos drásticos como el caso
extremo de heladas por ejemplo.
Si
observamos con detenimiento el comportamiento de las precipitaciones en el sur,
podemos advertir que las masas de aire provenientes del Pacífico, no tienen un
comportamiento uniforme en el pie de monte. De lo anterior se desprende que los
fenómenos de estancamiento orográfico son vitales para elevar las
precipitaciones en las posiciones proximales al CVC y conforme nos alejamos de
su influencia La sequedad es evidente, más aun cuando remontamos los restos de
anticlinales que se manifiestan en una contrapendiente en la carretera que va a
Manzanillo después de la ciudad de Colima.
El
fenómeno de estancamiento referido, es vital para elevar la humedad atmosférica
relativa en casi todo el flanco sur del Volcán de Fuego. Este asunto tiene
importancia ecológica, ya que gracias a ello se han establecido
comunidades las comunidades vegetales más cercanas al bosque siempre verde o lo
que hemos considerado como mesófilos más “tropicales” con especies de
mayor exigencia de humedad y de condiciones más cálidas, encontrar en estas
formaciones vegetales el genero Pinus
es una casualidad.
Es
importante hacer notar en comportamiento de la ETP, aquí a pesar de las
elevadas temperaturas,. no observamos incrementos drásticos, esto refuerza las
consideraciones antes señaladas del efecto de la barrera topográfica del CVC,
en este caso hacia el sur.
Para el caso de la precipitación no podemos hablar de un gradiente de este elemento ya que su comportamiento adquiere mayores variaciones, diríamos más azaroso. Por ello mencionaremos que sin bien es cierto que todo el flanco sur del Volcán de Fuego se afecta por el estancamiento de humedad, podemos hablar de la existencia de un optimo pluviométrico que afecta a una banda, que esta entre 1600 y 2300 msnm. Cabe señalar que esto no se ve reflejado en la vegetación con fidelidad debido a las limitantes que imponen la juventud de los materiales del volcán activo y su actividad misma.
Figura 4. Balance hídrico de Tapalpa, Jal
Figura 5. Balance hídrico de Quito, Jal
Figura 6. Balance hídrico Zapotitlán de Vadillo, Jal
Hemos
decidido hacer el análisis de los elementos climáticos para las otras
orientaciones en conjunto, debido a que a nuestro parecer existen más
coincidencias en sus comportamientos que diferencias, no obstante, se harán los
debidos apuntes que obviamente les hacen diferir.
Desde
el punto de vista térmico se observa dos comportamientos ligeramente diferentes
a lo largo del año, temperaturas ligeramente frías hacia nuestro invierno y cálidas
de primavera – verano, estas diferencias son más notables conforme se acusa
continentalidad hacia el norte o en este caso a sotavento del CVC en el corredor
Zapotlán el Grande – Atenquique debido a factores específicos de la posición
de las estaciones respecto otras estructuras geológicas menores como las
sierras que limitan la fosa por el este.
El
comportamiento térmico es similar como se dicho, pero como es lógico cambian
las máximas y mínimas promedia acorde con la altitud, también existen
diferentes gradientes, así tenemos que para el este y oeste tenemos unos
gradientes de 0.7co y 0.4co cada 100 m respectivamente,
para el norte el gradiente es de 0.9co, el mayor para CVC producto
del efecto de umbría.
La
temperatura no muestra cambios contrastantes a lo largo del año en sus valores
promedio, de ahí que las amplitudes no sean muy acusadas pero si mayores al sur
donde el comportamiento es mas homogéneo, así tenemos amplitudes que van de 5co
en el oeste, 6co en el norte, hasta un poco más de 7co de
amplitud media anual en el este. Es importante subrayar que las amplitudes
diurnas suelen ser mayores para todos los casos, y que los riesgos de heladas
están presentes en cualquiera de estas tres orientaciones. Por lo anterior se
afirma que la estación invernal no existe como tal salvo en las cumbres del CVC
donde existen condiciones o para el descenso de temperatura por niveles
inferiores al de congelación y la precipitación en forma de nieve o agua
nieve. No existe un cambio invernal definido el proceso es paulatino y casi
imperceptible, desde luego en términos comparativos con las zonas climáticas
donde existe un invierno “verdadero”.
Por
otra parte, merecen mención especial las oscilaciones térmicas que experimenta
el CVC conforme ascendemos, existe una relación directa entre el incremento de
amplitud y la altitud. Hemos medido amplitudes térmicas mayores a los 10co
por arriba de los 3400 msnm, en escasos 20 minutos, como es lógico suponer son
condiciones sumamente restrictivas para las comunidades bióticas.
Las
precipitaciones presentan un grafico bimodal con un máximo en verano y uno
segundo en invierno. El verano suele concentrar más del 70% de las lluvias
entre tres y cuatro meses del año. Las lluvias de invierno están asociadas a
los frentes fríos, lo que no significa que cada frente traiga consigo lluvias,
por el contrario es un fenómeno sumamente casuístico. Las lluvias que se
presentan durante esta temporada se les conoce regionalmente como cabañuelas,
de este evento depende en la mayoría de los casos el éxito de los cultivos de
invierno, hablando en términos de actividades humanas.
Los
diferencias más notables las encontramos en las diferentes ETP, ello puede
contribuir a reafirmar el acentuado carácter seco del oeste, principalmente en
la porción del dilatado pie de monte que llega hasta el limite mismo de la fosa
en donde se encuentra con el río Armería.
Los
gráficos siguientes permiten establecer los gradientes generales y hablar de el
comportamiento de la humedad, al mismo tiempo apoyan las aseveraciones
realizadas al respecto de las diferencias o disimetrías entre el comportamiento
de los elementos por orientación.
Las
amplitudes térmicas presentan diferencias notables entre las distintas
estaciones, se puede colegir, entre las distintas orientaciones. Existen
amplitudes promedio anual menores a 3co hasta más de 9co,
las primeras derivadas de condiciones de la influencia oceánica en el sur y las
segundas por efectos de altitud o por la influencia de las estructuras geológicas
sobre la dinámica de las masas de aire ya sea para enfriarlas o
sobrecalentarlas, además, existe ingerencia de las horas en que se produce la
incidencia de los rayos solares, así como el tiempo de exposición.
Figura
7.Gradiente de temperatura general del CVC
La
humedad a través de la precipitación, presenta mayores contrastes, incluso
dentro de la misma orientación como el caso manifiesta del oeste. Si bien se
puede establecer que para el CVC su óptimo pluviométrico esta en torno a los
2000 msnm, existen diferencias que ya han sido marcadas en párrafos precedentes
y se reafirmaran al hablar de la clasificación de los climas.
Figura 8 Gradiente de precipitación general del CVC
2.2.4.-
Implicaciones del patrón de temperatura y precipitación del CVC
En
términos generales el comportamiento de la temperatura y precipitación en
dirección norte a sur, guarda una relación inversa, es más cálido conforme
nos dirigimos al sur o si se quiere menos frío y, más húmedo en la misma
dirección, aunque cabria mencionar, que en el norte no se manifiestan
condiciones de sequedad acordes con las precipitaciones ya que la temperatura se
reduce y con ello la evapotranspiración, gracias al efecto de umbría del
Nevado.
Existe
una asimetría oeste-este con relación a la humedad principalmente, esto se
debe a un efecto fohen local por el juego de las interrelaciones de las
morfoestructuras y la dirección principal del viento cargado de humedad
proveniente del Pacífico. De esta manera observamos un pie de monte oeste con
marcada sequedad, ya que los vientos bajan después de trasponer la Sierra de
Manantlán, cálidos y secos “barren” este pie de monte con lo cual
establecen dos estaciones desde el punto de vista húmedo muy marcadas.
Al
ascender por la ladera oeste del CVC se disminuye el efecto de “barrido” y
se llega a un nivel de condensaciones o pequeño cinturón de nubes que favorece
enormemente a ciertos tipos de vegetación, esto ocurre entre los 1 200 hasta
los 2 700 m de altitud aproximadamente; este rango de altitud se reduce de sur a
norte por la vertiente oeste del CVC.
En
el sur se producen fenómenos de estancamiento orográfico ya que los vientos
provenientes del Pacifico encuentran una potente formación topográfica que
evita mayores efectos hacia el norte como ya mencionamos. Sin embargo, se
producen algunos derrames o desbordes de su efecto rodeando la estructura volcánica,
con mayor importancia hacia el oeste, como ya se explicó y más ligera hacia el
lado de Tonila y la Barranca del río Tuxpán la cual sirve como conducto hacia
las barrancas que se le conectan provenientes del CVC. Estos fenómenos marcan
en forma considerable la dinámica y presencia en el territorio de las
diferentes formaciones vegetales, como veremos al momento de tratar este tema en
epígrafes posteriores.
En
las cumbres y sus alrededores, los procesos periglaciares son auspiciados por
temperaturas medias anuales que no rebasan los 3 ºC
y precipitaciones escasas en
forma de agua nieve - granizo, necesaria para el funcionamiento de los procesos
mencionados.
En forma general las precipitaciones se concentran durante el verano, seguidas de un largo período seco que en altura a los niveles de condensación mencionados, permiten fenómenos de precipitación “oculta”.
La
presencia de la nieve ha descendido en los últimos treinta años, la congelación
permanente se acantona por arriba de los 4100 m y en las exposiciones Noreste y
norte la nieve que logra quedar tiene mayor duración a diferencia del resto de
las exposiciones; de hecho ahí se pueden observar algunas pedreras móviles,
resultado de los procesos de hielo-deshielo asistidos por la gravedad en su
formación.
Los
datos a los que se ha tenido acceso, pueden considerarse insuficientes y poco
significativos, sin embargo permiten apuntar sobre algunas tendencias, útiles a
la hora de aclarar algunas dinámicas del medio biológico.
2.2.5.Tipos
de clima
A
continuación se resumen los tipos de clima que se reconocen en el CVC, en
primera instancia se trabajaron datos en crudo es decir, del producto directo de
las curvas de regresión aplicadas a un modelo digital de elevación a través
de un SIG; en segundo, se presentan los climas corregidos, donde se consideran
otros elementos como la vegetación para una reinterpretación generada en polígonos
más acordes con las condiciones efectivas y
no matemáticas. Cabe señalar que esto no obsta para que se considere
aun como hipótesis, porque seguirá siendo necesario instalar estaciones
meteorológicas a diferentes altitudes que aporten datos más fidedignos.
Con
base en la vegetación se ajustaron las superficies cartografiadas de los
diferentes climas realizados a través del sistema, es decir con cálculos
exclusivos del programa. A partir de ello, se realizaron ajustes a las
comunidades vegetales y su distribución, de eso resulto la clasificación
siguiente (Tabla 5). Cabe mencionar que el resultado cartográfico contiene
diferencias sensibles, además de que se constriñe a la superficie delimitada
como área de estudio.
Tabla 5. Tipos de climas
Clima |
Temperatura (o C) |
Altitud (msnm) |
Precipitación (mm) |
Muy
frío semiseco |
-0.70 |
>
3,700 |
800 |
Frío
ligeramente húmedo |
7.00 |
3,100-3,700 |
900 |
Semifrío
moderado húmedo |
12.30 |
2,300-3,200 |
970 |
Templado
moderado húmedo |
15.40 |
2,000-2,500 |
945 |
Templado
ligero húmedo |
19.80 |
1,500-2,500 |
910 |
Semicálido
ligero húmedo |
20.00 |
1,400-2,000 |
890 |
Cálido
ligeramente húmedo |
25.00 |
<
1,600 |
900 |
Semicálido
semiseco |
23.50 |
<
1,500 |
870 |
Cálido
semiseco |
27.30 |
<
900 |
840 |
Muy
frío semiseco. Este
clima se presenta solo en las cumbres sensustricto, La Calle, Picacho y Pico del
Águila. Las temperaturas medias anuales están por debajo del cero, la
precipitación es en forma sólida o semisólida, son frecuentes las granizadas
y los cambios repentinos de temperatura, las oscilaciones térmicas diurnas
alcanzan sus máximos. Bajo estas condiciones la vegetación es escasa ya que
además tiene que luchar por conquistar espacios de suelos móviles. Se
presentan zacatonales laxos y existen ámbitos especiales que se desarrollan al
amparo de resaltes rocosos, ahí encontramos incluso Pinus
hartwegii, Juniperus y otras herbáceas. Producto de este clima, se desarrollan
praderas periglaciares.
Frío
ligeramente húmedo. Comprende
el sector de cumbres de ambos volcanes. Constituye el clima más representativo
del Parque. Las temperaturas medias anuales se mantienen muy bajas pero sin
descender del cero en promedio, no obstante, las temperaturas nocturnas producen
congelamiento, casi todo el año. La humedad ambiental es más elevada que el
anterior debido a las condiciones morfológicas ya que existen, áreas
semicerradas como las calderas que atrapan la humedad. Aquí encontramos los
mayores rodales de Pinus hartwegii que
es la formación dominante.
Semifrío
moderadamente húmedo. Forma
un cinturón en torno al CVC, en los niveles altitudinales a los que se presenta
se logra el optimo pluviométrico (1000 mm aproximadamente), gracias a lo cual
se desarrollan las formaciones vegetales más exigentes.
Es importante señalar que las pendientes son muy fuertes y la superficie
fragmentada confiere a las áreas que corresponden a este clima un contexto de
inestabilidad.
Templado
moderadamente húmedo. Se
presenta en una banda alrededor de los volcanes que se interrumpe en el NE,
donde esta ausente. En este tipo también se presenta un optimo pluviométrico,
pero con temperaturas anuales ligeramente mayores, de ahí que sea el desarrollo
del bosque mesófilo una de sus características sobresalientes.
Semicálido
ligeramente húmedo. Después
de los llanos las masas de aire sufren un enfriamiento progresivo que se
manifiesta en la formación de nublados y descensos en las temperaturas, ello da
lugar a la mayor formación superficial del mesófilo en el W. Este clima se
interrumpe hacia el norte en dirección al Picacho, por los marcados descensos
en la temperatura que hacen otro tipo de clima ya descrito. Por el sur esta
presente en las faldas del Volcán de Fuego y se continua hasta el este donde
reduce su representación superficial en comparación con la vertiente oeste.
Semicálido
semiseco. Corresponde
a los pies de monte de las orientaciones este y oeste, es el espacio de la
agricultura de temporal, existe una marcada demasía de agua en verano en
contraste con un periodo seco el resto del año. Las condiciones de altas
temperaturas y sequedad del medio se producen por un efecto Fohen local. Las
masa de aire que soplan del Pacifico, depositan su humedad en la Sierra de
Manantlán, cuando llegan al Llano grande y descienden de los escarpes de la
Sierran se calientan y desecan la superficie. Aquí la agricultura de temporal
marca el paisaje y el Bosque tropical caducifolio en los barrancos es la ultima
evidencia de vegetación natural.
Cálido
ligeramente húmedo.
Constituye el contraste del norte, no solo en sentido térmico también en la
humedad, ya que los fenómenos de estancamiento orográfico contribuyen a las
precipitaciones que son mayores, ya que de lo contrario no se compensarían las
perdidas por evapotranspiración. Este clima marca notables diferencias en el
paisaje vegetal y en las actividades humanas ya que permite cultivos tropicales
de mayores requerimientos hídricos.
Cálido
semiseco. Este
tipo solo se presenta en el extremo SW, en los limites con el río Armería. Constituye una frontera
muy contrastada con los climas más húmedos del sur, este presenta las mayores
temperaturas promedio y la mayor evapotranspiración lo que conlleva déficits hídricos.
El bosque tropical seco es su representante vegetal, sumamente transformado por
la vecindad que tiene con áreas de cultivo y ganadería extensiva.
2.3.
Procesos del sistema ecológico: características y evolución
2.3.1.
Procesos abióticos
Las
condiciones ambientales determinan los procesos, de tal manera que existen
procesos característicos de ciertos ambientes, los cuales para el CVC se han
ido bosquejando. Espacialmente podemos definir procesos dominantes en áreas más
o menos extensas aunque cabe decir que existen muchos matices y variaciones, así
podemos hablar de modalidades.
La
orientación oeste configura un espacio más seco en torno a los volcanes de
Colima, la precipitación desciende drásticamente, no así la temperatura que
se mantiene, ello lo convierte en un medio ecológico sumamente restrictivo.
Consecuencia de lo anterior se tiene la arroyada difusa que barre las
superficies de pie de monte, proceso que es más drástico conforme la vegetación
se torna escasa por los barbechos lo cual la energía de las lluvias arrastran
importantes cantidades de sedimento y aumentan la densidad de la red de drenaje.
Aquí
los suelos son someros y esqueléticos y presentan una fase dúrica
(encostramiento calizo) a 50 cm en promedio, esto es una herencia de un clima
contrastado con un nivel friático funcionando a escasa profundidad que le dio
origen.
Podemos
aventurar las existencia de un nivel freático somero en condiciones de
alternancia de sequía y humedad. Esta situación fue posible gracias a la
generación de eventos de avalancha del tipo Monte Santa Elena que han ocurrido
en épocas prehistóricas asociadas a la actividad del volcán de Fuego; por lo
menos podemos hablar de dos grandes avalanchas que han provocado la obturación
y consecuente represamiento del río Armería en los últimos 10 000 años,
coincide a su vez, con periodos secos en los llanos durante las glaciaciones
holocenas.
Los
episodios paroxismales, que dieron origen a las grandes avalanchas son características
de los volcanes de Colima, incluso, antes de las evidencias contundentes
aportadas por el Volcán de Fuego, se conoce de este tipo de actividad gracias a
las avalanchas encontradas asociadas a la actividad del Nevado, cuya estructura
pone en evidencia el grado de
explosividad de las erupciones (Robin et al, X. Sheridan X). Además, se
reconoce la amplitud de los efectos por las evidencias de efectos colaterales
como la obturación de los principales ejes fluviales de la región, así lo
demuestran los depósitos fluvio lacustres encontrados en las márgenes de los ríos
del entorno, como el Armería, Atenquique, Tuxpán.
En
los ambientes de montaña media, existe un predominio de piroclástos de caída
libre en las formaciones superficiales que le otorgan gran inestabilidad a las
pendientes ya de por si fuertes.
La
distribución de las formaciones en relación con las condiciones ambientales
pueden configurar dos grandes ámbitos diferenciados: aquellos de humedad
elevada con dos modalidades, los que funcionan como trampas de humedad
barrancos, circos erosivos, y áreas deprimidas en general y los niveles donde
se presenta el optimo pluviométrico en torno a 2600 m de altitud
donde el intemperismo químico gracias a la participación activa de agua
en medios más o menos estables, altera las pumitas y las cenizas con cierta
rapidez; y aquellos otros espacios más expuestos ya sea en interfluvios de
cresta u ondulados, laderas rectilíneas fuera del nivel del óptimo pluviométrico
que por sus condiciones de pendiente y su accesibilidad a la actividad forestal
quedan desprotegidos de la cubierta vegetal incrementando con ello su
inestabilidad intrínseca dando preponderancia a la participación de los
procesos físicos: lavado de los suelos, generación de deslizamientos en masa,
etc. de esta manera los procesos formadores de suelo quedan en el mejor de los
casos bloqueados temporalmente.
Los
procesos de acarreo más notables son la escorrentía difusa y la concentrada
formadora de barrancos, por otra parte el escurrimiento pelicular, siempre esta
presente aún en las formaciones cerradas esto es indicador del rol sustancial
que juegan las fuertes pendientes y a la continuidad de la actividad volcánica,
de ahí el riesgo permanente de que a la menor transformación tengan un efecto
amplificador.
La
conformación de amplias superficies de pie de monte (glacis) acumulativos, no
corresponden con las formas de elaboración del clima actual, son herencias de
un clima contrastado con lluvias torrenciales de elevada competencia que fueron
modelando grandes abanicos y retrabajaron las avalanchas generadas por la
actividad explosiva de los aparatos estratovolcánicos. Al modelado de esas
grandes rampas sobrevino una etapa de encajamiento por arroyada concentrada que
ha "arañado" su superficie surcada por barrancos de diferentes
magnitudes cuya profundidad y desarrollo establece a su vez una diferenciación
cronológica de los relieves volcánicos.
El
proceso general de formación de los glacis se fue complementado por las
sucesivas avalanchas y deslizamientos producidos directamente por la actividad
volcánica sobre una topografía fundamentalmente plana - recordemos que estamos
en el centro de una fosa tectónica - por ello algunas capas sólo fueron
retocadas, ampliadas y regularizadas por la arroyada generada a raíz de
tormentas violentas y de corta duración.
Los
movimientos en masa son un fenómeno frecuente en las laderas del conjunto montañoso,
sin embargo, estos aparecen con mayor frecuencia en la estructura más joven, el
volcán de Fuego incluso prosperan en situación de cobertura vegetal sin
transformar, da cuenta así, de la inestabilidad que por sí mismas manifiestan
las formaciones superficiales, aparentemente en la actualidad las posibilidades
de que eventos de esta naturaleza se produzcan son aparentemente igual en ambos
estratovolcánes, pero cabe destacar que las actividades forestales han sido y
son más intensas en la porción correspondiente al Nevado y por otra parte la
densidad de los caminos "saca madera" son significativamente más
densos en el sector Noreste del Nevado donde la estabilidad de los taludes esta
comprometida.
El
límite de liquidez que da origen a los deslizamientos es generalmente bajo por
ello la inestabilidad natural es un factor limitante de primer orden, que se
incrementa exponencialmente con las diversas actividades humanas -
principalmente la actividad forestal y la ganadería extensiva, estas
incrementan más el riesgo por la proliferación de incendios
accidentales y provocados, entre otros efectos -; la diferencia en la ocurrencia
de deslizamientos en condiciones que podríamos llamar naturales y aquellas
inducidas por el hombre, es que, en las áreas abiertas las formaciones
superficiales de por sí inestables son más vulnerables ante los eventos
lluviosos por modestos que puedan ser, al mismo tiempo la masa puesta en
movimiento, únicamente afecta a las porciones más superficiales ya que no da
tiempo para que el agua de infiltración logre mayor profundidad afectando con
ello una mayor potencia de la formación, sí bien es cierto que la masa
desprendida puede resultar de menores proporciones, esta situación actúa en
beneficio de una proliferación superficial mayor del fenómeno afectando no sólo
las áreas desmontadas puntualmente, sino también hacia arriba del talud por la
inestabilidad provocada y hacia abajo por sepultamiento debido a la llegada
masiva de material de acarreo.
Con
relación al efecto regulador que sobre los caudales ejerce la fitoestabilización,
hablando de escorrentía superficial, se ve en el mejor de los casos
comprometida en beneficio de la concentración de los escurrimientos con lo que
se incrementa el poder morfogénico del escurrimiento concentrado y, además, se
incrementa la densidad de la red afectando una mayor superficie.
Procesos
de cumbres
Atención
especial merecen los procesos de cumbre, no solo por las peculiaridades que
ofrecen, sino que además se producen en donde existe mayor interés, en la
supuesta área protegida.
Los
procesos glaciares no parecen haber tenido gran incidencia en estos volcanes,
creemos que la falta de humedad suficiente pudo ser un importante factor
limitante para el desarrollo pleno de glaciarismo, sin embargo, la morfología
de las cabeceras labradas en alguna de las porciones más elevadas del Nevado
recuerdan formas asociadas a circos glaciares. Las formas de acumulación por su
parte si existen, están enmascaradas por volúmenes importantes de piroclástos
que por el momento nos han impedido reconocerlas, por último, existen algunas
rocas con muescas posiblemente producidas por acción del hielo, no obstante sus
formas no son contundentes, quizá por la vulnerabilidad de este tipo de litología
ante los agentes externos.
El
paisaje glaciar si lo hubo ha quedado enmascarado y sus formas de acumulación
distribuidas por la dinámica holocena en combinación con la volcánica.
Estudios
en otras partes de América parecen concordar con Heine en el sentido que al
contrario de como se pensaba los períodos glaciares de la zona templada no se
manifestaron como pluviales en el trópico,
por el contrario parece confirmarse el predominio de ambientes secos con
regímenes contrastados que afectan
seriamente la cobertura vegetal y con ello redujeron la fitoestabilización
ejercida por ella. Por ello puede
ser que los fenómenos glaciares contaran con poca alimentación para la
producción de hielo.
La
razón de la inexistencia de evidencias glaciares en los resaltes rocosos se
puede deber a la modestia con que
se dieron esos procesos en el pasado geológico sumados a la rápida degradación
de las rocas volcánicas (andesitas) constituyentes de estos volcanes.
Sin
embargo, la escasa eficiencia que demuestran los ciclos de hielo deshielo pueden
llevarnos a afirmar que el efecto de los procesos glaciares siempre fue limitado
al menos en los últimos avances glaciares del Weichseliano y del neoglaciar
Holoceno. No debemos olvidar que muchas de las evidencias de la acción glaciar,
puede inferirse por las formas de circo que presentan las cabeceras de algunas
barrancas por arriba de los 3 200 m, y a que muchas de las evidencias pueden
estar ocultas bajo espesores importantes de piroclástos de una historia volcánica
continua.
Por
otra parte la existencia de los últimos estadios glaciares, pueden haberse
comprometido por la actividad volcánica, ya que fueron más o menos contemporáneos
a la actividad más importante de la etapa final del Nevado e inicio y apogeo
del Paleofuego, coincidió con el periodo de mayor desarrollo glacial del
Weichseliano tardío.
Los
3 100 m de altitud parecen marcar un cambio geoecológico importante, nos
encontramos en el dominio de los llamados procesos periglaciares, el cambio en
los factores ambientales se evidencia a través de la vegetación, las
formaciones forestales se abren
dando paso a bosques de Abies con Alnus en formaciones abiertas y laxas, el soto
bosque esta dominado por diferentes especies de gramíneas amacolladas; existen
claros aquí y allá de suelos desnudos - llamarlos suelos quizá sea un
eufemismo - son prácticamente arenas con escasa materia orgánica sin
estructura, es casi material en bruto. Algunos factores condicionantes para la
prevalencia de las condiciones reseñadas son las bajas temperaturas, la caída
relativamente continua y reciente de piroclástos de caída libre (cenizas y
pumitas) y la escasa humedad que se agudiza para las plantas por la rápida
infiltración que permiten las formaciones superficiales lo que provoca serias
dificultades para su aprovechamiento por las plantas.
El
horizonte de materia orgánica fresca se degrada muy lentamente fruto de las
bajas temperaturas y la predominancia de aciculas de Pinus hartwegii que
constituyen la formación dominante por arriba de los 3200 m.
Por
otra parte, el intemperismo mecánico, aunque dominante, no parece especialmente
activo, los resaltes rocosos presentan modesta acumulaciones de gelifractos. Sin
embargo, el proceso logra mayor importancia por arriba de los 4000 m donde se
forman pedreras activas y las condiciones son sumamente favorables a ellas, su
ámbito es totalmente puntual y restringido en la actualidad a la cima rocosa
del Picacho, cumbre del Nevado de Colima.
La
presencia de nieve a tenido un descenso paulatino en cantidad en el transcurso
del siglo. Cada vez es menos
frecuente que se presenten nevadas importantes que
cubran el sector de cumbres que en los casos más extraordinarios
lograban cubrir desde poco menos de los 3200 msnm hasta la cumbre a 4270 msnm.
En la actualidad es raro que la nieve baje más allá de la cumbre rocosa
del Picacho, en el mes de enero-febrero y su presencia sólo dura algunos días
del año. La formación de costras
de hielo es posible casi todo el año y su fusión produce pequeñas pero
constantes movimientos de crioclastos en las pedreras de los taludes del Picacho
por arriba de los 4050 msnm.
Procesos
periglaciares.
Los
procesos periglaciares campean por arriba de los 3 200 msnm aunque su influencia
no tiene condiciones favorables del todo. Por debajo de esa altitud pueden
encontrarse evidencias de procesos (agujas) sólo en condiciones de deforestación
o en espacios abiertos con escasa cobertura vegetal pudiendo descender hasta el
límite del bosque de Abies a los 2 500 msnm, a lo cual contribuye una orientación
favorable. Las exposiciones sur y
oeste son menos propicias para la presencia de estos fenómenos por lo cual el límite
inferior suele ascender a 2 600 msnm. o más.
A
partir de los 3 100 m. El bosque de Abies/Alnus adquiere una densidad más laxa.
El suelo presenta escaso desarrollo debido a las bajas temperaturas y a
la caída periódica de piroclástos fundamentalmente, pumitas.
Existe
un horizonte de materia orgánica fresca (Mof) que se degrada muy lentamente el
intemperismo mecánico no muestra especialmente su fuerza.
Los resaltes rocosos presentan modestas acumulaciones de gelifractos.
La actividad glaciar o los procesos glaciares no parecen haber tenido
gran importancia o si la tuvieron, la degradación y la caída de piroclástos
los ocultan o fueron desaparecidos.
La
presencia de agujas de hielo demuestra la disminución por debajo de cero en
cualquier época del año y es un fenómeno que aparentemente presenta por lo
menos un ciclo diario.
Las
estrías glaciares es prácticamente inexistente, existen algunas muestras en
Puerto la Calle pero es difícil afirmar categóricamente si se tratan de estrías
producidas por el hielo.
Observamos
que los procesos periglaciares específicamente agujas de hielo pueden bajar
notablemente - hasta 2 700 m. Y menos en exposiciones norte - cuando es afectada
la vegetación deja al descubierto el suelo, resulta evidente el papel protector
y amortiguador de la vegetación ante procesos como los mencionados además de
la relación con la escorrentía superficial.
Terrazas
de solufluxión.
La
solifluxión es el proceso predominante y el que le da movimiento no sólo a las
arenas formando pequeñas terrazas sino también a las pedreras que se acentúan
al pie del Picacho, donde la pendiente lo permite.
La
solifluxión no actúa libremente, los macollos de calamagrostes tolucensis y
las almohadillas formadas por Arenarías sp. mantienen cierto papel regulador
del proceso.
Existe
un nivel de transición entre los procesos químicos y los mecánicos cuyo
principal agente es el agua en forma de hielo.
Este nivel puede establecerse entre los 3 000 m. Que corresponde con los
límites del bosque cerrado y los 3 750 m que marca el paso de los bosques
abiertos de pinos Hartwgeii con el zacatonal alpino
con el progresivo aumento de superficies descubiertas de vegetación.
La
dinámica fluvial se reduce notablemente debido a la ausencia de precipitaciones
liquidas no obstante ocasionalmente se presentan en forma de agua nieve,
formando algunos regueros e incipientes cabeceras, la alta permeabilidad de las
formaciones hace difícil el escurrimiento superficial a ello contribuye una
fusión más o menos lenta de la nieve.
Existen
formas incipientes de crioclasificación hacia los 3 850 msnm pequeñas
guirnaldas llegan a formarse con la condición de que sean superficies planas y
sin vegetación o prácticamente sin ella y ahí donde la formación superficial
que en estas cotas presenta una textura arenosa gruesa, sea de menor calibre.
Por
el trabajo realizado podemos adelantar que la caída del termómetro por debajo
de cero sólo se logra por la noche aunque las oscilaciones térmicas diurnas
pueden ser notables, podemos tener amplitudes de más de
10° grados en algunos minutos, difícilmente estos descensos logran
estacionarse de tal manera que mantengan temperaturas por debajo del cero.
La
precipitación alcanza valores superiores a los 1 000 mm. Combinados con
temperaturas elevadas.
Al
oeste la precipitación desciende drásticamente configurando la orientación más
seca de los volcanes en su pie de monte. Los
limitantes impuestos por la carencia de volúmenes de agua importantes,
combinado con temperaturas elevadas producen evapotranspiración igualmente
elevada que condiciona a las comunidades vegetales, además se ha ejercido una
gran transformación humana: despuntes de extensas áreas para el cultivo
de temporal del maíz. Aquí los
suelos son someros de escaso desarrollo y generalmente presentan encostramientos
y/o fases de carbonato de calcio superficiales o a escasa profundidad que indica
el funcionamiento de un nivel freático somero en clima contrastado.
La
elevación de los niveles freáticos en esta porción, en parte, están
relacionados sin duda, por el represamiento producido en diferentes ocasiones
del río Armería, a causa de la llegada masiva de material de acarreo, generado
por grandes avalanchas producidas durante episodios paroxismales del volcán de
fuego y antes por el Nevado de Colima.
En
los ambientes de montaña media con coberturas de piroclástos de caída libre,
elementos muy generalizados en las formaciones superficiales del CVC, podemos
encontrar dos casos distintos, aquellos ámbitos de humedad elevada, barrancos,
circos y áreas deprimidas que funcionan como trampas de humedad y los niveles
donde se produce el óptimo pluviométrico 2600-2 700 msnm aproximadamente,
donde el intemperismo químico por la participación activa y constante del agua
en el suelo, pudre los elementos de mayor tamaño como las pumitas y altera las
cenizas con cierta rapidez y aquellas otros ámbitos
expuestos en interfluvios de cresta fundamentalmente y laderas rectilíneas
fuera del nivel del óptimo pluviométrico
que debido a los procesos físicos y a la acción de lavado del suelo favorecido por la pendiente
barren el material intemperizado y el balance es desfavorable hacia la actuación
de los procesos formadores de suelo.
Los
procesos fundamentales de acarreo en esta altitud son a través de escorrentía
difusa y disección vertical en los barrancos donde la acción del escurrimiento
pelicular esta presente y nos indica su posible ampliación y agresividad ante
modificaciones de la cubierta vegetal de esos ámbitos de mayor humedad.
La
conformación de las amplias superficies de pie de monte en forma de glacis
acumulativo no corresponden con el clima actual son formas de un clima más
contrastado y con recubrimiento vegetal más modesto, después a sobrevenido una
etapa de encajamiento de los escurrimientos por modificaciones en el nivel de
base y gracias a los tipos de formaciones asentadas en los glacis.
Es necesario puntualizar que la elaboración de las rampas pedemontanas
también son consecuencia de eventos de avalancha generadas por los procesos
volcánicos destructivos y que la regularización de las pendientes fue obra del
clima, aunque sin que signifique la perdida de un papel más activo.
Los
movimientos en masa son notables con mayor frecuencia en la estructura más jóvenes
del Volcán de Fuego, en el Nevado no son infrecuentes, más aún, que el efecto
de la pendiente se suma a importantes espesores de material de caída reciente.
La
inestabilización de taludes por causa humana reactiva los movimientos cuando la
masa sobrepasa su límite de liquidez es justo decir, que la inestabilidad
natural es manifiesta aún sin intervención humana y con una importante
cobertura vegetal no es infrecuente encontrar deslizamientos porque las
formaciones de ceniza son finas, potentes e incoherentes.
Esta situación es mucho más evidente como ya mencionamos en el Volcán
de Fuego.
La
diferencia de los deslizamientos en condiciones que podríamos llamar naturales
y aquellas “inducidas” por el hombre es que en las áreas abiertas los
movimientos se activan con mayor facilidad y ante eventos lluviosos más
modestos aunque también el volumen puesto en movimiento alcanza menos
profundidad ya que no da tiempo a ello.
Además,
el efecto regulador de la escarnecía superficial se pierde o se atenúa en
beneficio del trabajo de los escurrimientos concentrados que tienden a aumentar
su eficiencia en el cauce, o peor aún se multiplican haciendo más densa la
red.
Elementos
a considerar en la pérdida paulatina del arbolado en altura.
No
cabe duda, que factores como la temperatura (cuyo aumento favorece la
descomposición mineral en combinación con el agua, para convertirlos en
minerales aprovechables por las plantas), precipitación (por el aporte de agua)
y el viento (por su acción mecánica) condicionan fuertemente la presencia y
densidad del arbolado en altura, como tradicionalmente se ha reconocido. Sin
embargo, existen factores menos reconocidos quizás, como las condiciones del
suelo que, aunque no sean determinantes por sí solos, si llegan a constituir un
factor de primer orden como para limitar la presencia del arbolado en altura.
No
obstante, que la condicionante de
altitud sea de tal importancia como para ejercer un control teórico sobre la
presencia o ausencia de árboles, esta condición no es rebasada en nuestra área
de estudio; dicho de otra manera, si existiera un gradiente mayor en el Nevado,
la presencia de árboles se extendería con el gradiente.
Las
condiciones que actualmente prevalecen, nos obliga a considerar la combinación
de factores que impiden la presencia del bosque o por lo menos de un arbolado
con presencia consistente, en el sector de cumbres de ambos volcanes; de entre
los posibles factores mencionados destaca a nuestro juicio, el edáfico en su aspecto físico
principalmente, mismo que en contraposición favorece la competencia y con ello
la presencia de gramíneas amacolladas.
Pese
a lo anterior, no es posible considerar dentro de este mismo factor limitante,
las mismas condiciones en ambas cumbres del complejo volcánico, ya que
hablamos de materiales parentales de edad significativamente distinta y
ligados a dinámicas también distintas.
Bastaría
decir, que por un lado existe un volcán activo que aporta material juvenil y de
avalancha en forma más o menos constante, y que en el otro –El Nevado- el
material es trasformado por procesos casi exclusivamente mecánicos, como para
comprender a lo que nos referimos en párrafos anteriores. Sin embargo,
para contribuir a la discusión sobre este tema debemos aportar los datos de los
análisis de suelo, como textura y contenido en nutrientes para reforzar nuestra
hipótesis.
La
textura casi exclusivamente arenosa de los suelos de cumbres (regosoles y
arenosoles), favorece la competencia del sistema radicular de las gramíneas,
además, la profundidad de estas formaciones piroclástica –material parental
que origina el suelo- muy poco evolucionadas, limitan el acceso de las raíces
de los árboles al agua, ya que cuando la potencia (espesor) de la formación
superficial es elevada el agua se
infiltra con rapidez sin dar oportunidad a la alimentación de las raíces.
No
obstante, si es posible la pervivencia de árboles, los cuales observamos en
forma dispersa o en casos aislados como pequeños rodales, ello obedece a que
son enclaves con una menor potencia de la formación superficial, la cual
sobreyace a derrames de lava antiguos que
presentan diferentes densidades de
fracturas y diaclasas (grietas) donde se almacena el agua, a la cual acceden las
raíces del arbolado, otra posibilidad es la posición netamente rupícola donde
adicionalmente a las condiciones antes señaladas existe protección contra el
viento.
Debemos
mencionar espacios con presencia de rocas y escasa cobertura de piroclástos, en
donde no se dan condiciones para la existencia de árboles, ahí entran en acción
la temperatura por conducto de grandes amplitudes térmicas y sobre todo la acción
del viento, sin dejar de mencionar los bajos contenidos de bases y una baja
relación carbono /nitrógeno.
2.3.2
Procesos bióticos
2.3.3.
La vegetación en el CVC
El espacio geográfico mexicano constituye un escenario donde se entrecruzan hechos culturales y naturales; nuestra raza brinda buena cuenta de los primeros, mientras que la confluencia de los reinos biogeográficos neartico y neotropical es determinante en la configuración de nuestros paisajes naturales.
A
su vez, el vigor de los desniveles topográficos producto de una tectónica
reciente escasamente retocada por la erosión, recrea condiciones adecuadas para
el desarrollo de formaciones de afinidad boreal, las cuales conviven, prácticamente
al lado de especies típicamente tropicales. Muestra de lo anterior es el bosque
mesófilo de montaña que marca feacientemente los contactos y traslapes de los
dos reinos biogeográficos.
Como
hemos visto, los acontecimientos ligados a la actividad cíclica del Volcán de
Fuego han constituido la principal atracción de los distintos exploradores,
manteniéndose en un plano secundario el interés por las comunidades vegetales
que pueblan el CVC. En relación a esto cabe señalar, que no obstante ser cuantitativamente
poco significativas las referencias o estudios interesados en la vegetación,
constituyen una importante información para inferir la evolución del paisaje
vegetal y conocer cada vez con mayor profundidad la composición florística de
las distintas formaciones que ahí se han organizado.
Si
hubiera que señalar algún personaje destacado a quién se deba un mejor conocimiento
de la flora de la región, así como el seguimiento de las más importantes incursiones
exploratorias a los volcanes desde 1790 a 1950 sería, de acuerdo con Madrigal
(1970) y González/Pérez (S.F.), Mc Vaugh quién en el periodo comprendido entre
1949 a 1970 efectúa un intenso y continuado trabajo de reconocimiento, el más
largo y sistemático hasta el momento.
2.3.4.
Agentes de cambio en el paisaje vegetal
Es oportuno recordar, que nuestra investigación se centra en el área del Parque Nacional Volcán de Fuego y Nevado de Colima; esta cuestión plantea un primer problema relacionado a la indefinición de sus límites, que arranca desde su origen mismo como área protegida bajo la figura de Parque Nacional en decreto del 3 de Agosto de 1936, ya que el texto cae en contradicciones al momento de precisarlos e incluso omite la superficie total afectada. Por si esto no fuera suficiente, se efectúan modificaciones a los limites mediante decreto del 26 de Noviembre de 1940 reduciendo la superficie inicial a consecuencia de la presión ejercida por los grupos madereros que explotan forestalmente le región pero sin que hayan sido subsanadas las imprecisiones de su predecesor. En éste estado de cosas huelga decir, que cada interesado interpreta el decreto a su manera, así por ejemplo la Unidad de Explotación Forestal de Atenquique considera una área de 5,834 has (Madrigal Opus. Cit.), mientras que otras versiones llegan a calcular más de 9,000 has (Cabrales, F. comunicación personal).
No
cabe duda que las formaciones vegetales presentes en el CVC están sujetas a un
estado de tensión natural casi permanente, pero es ésta la razón de los
cambios que en ellas se aprecian? por nuestra parte es prematuro manifestar
alguna opinión por preliminar que ésta sea; no obstante, las opiniones apuntan
hacia las acciones antrópicas como las responsables de las profundas
transformaciones que experimenta el paisaje vegetal, las que se advierten a poco
que se eche un vistazo en el entorno del Parque Nacional donde los deterioros
parecen más importantes.
Entre
las intervenciones antrópicas las más significativas se refieren a los
desmontes e incendios ligados a las actividades pecuaria y la forestal. Los
antecedentes más antiguos de una actividad forestal organizada datan de
principios de siglo cuando se
integra la Compañia Explotadora de Maderas y Montes, S.A. que aprovecha los
bosques de la región; es continuada ésta actividad en forma oficial en 1940
con la creación de la Unión Forestal de Jalisco y Colima (Gonzalez/Perez,
S.F.), inmediatamente después se constituye en 1941 la Unidad Industrial de
Explotación Forestal de Atenquique que queda regulada mediante decreto
presidencial del 27 de Marzo de 1945 (Madrigal Opus. cit.).
Los
problemas de la vegetación no constituyen un hecho actual ni aislado , ya eran
señalados por algunos exploradores desde el siglo pasado, concretamente Pringle
en 1893 señala la existencia de plantas parásitas del género Arceuthobium en
los pinos, Loranthus en los encinos y gusanos descortezadores (Dendroctonus
adjuntus) elementos que indican una degradación considerable (Madrigal Opus.
cit).
La
revisión de los diferentes eventos eruptivos permite formarnos una idea de la
agresividad que algunos de ellos -como por ejemplo los piroclastos de caída y
las coladas piroclásticas- ha llegado a tener. Por consiguiente no es estraño
que éstos eventos produzcan el debilitamiento de las formaciones vegetales
frente a enfermedades, parásitos y procesos morfogenéticos que marcan
notoriamente las áreas superiores a los 3000 m. A éste respecto solo hemos
encontrado un referencia expresa del daño causado por la acción directa del
volcán a cargo de Godow quién en su ascensión de 1904, aprecia los daños
causados por los incendios originados a instancias de los abundantes piroclastos
arrojados por el Volcán de fuego en cotas superiores a los 2,400 m
(Gonzalez/Perez Opus. cit.); su ascenso coincide con un periodo de actividad
particularmente violento relacionado al final del tercer ciclo.
Como
hemos dicho las modificaciones del paisaje vegetal son evidentes, las
formaciones de pino o pino/encino aumentan sus áreas de distribución por la
capacidad que tienen para medrar en condiciones desventajosas frente a sus
competidores que se repliegan. Por ello los calveros recientes están ocupados
por éstas, no obstante pese a su agresividad mantienen una lucha desigual
frente a los procesos actuales que tiene como aliado las lluvias torrenciales típicas
del trópico y un material volcánico incoherente de fácil movilización.
Al
hilo de los párrafos anteriores, es oportuno comentar un hecho que llama
nuestra atención; las pocas referencias de los efectos de la actividad eruptiva
en la vegetación (incendios), en contraposición a las numerosas ocasiones en
que se menciona a las diferentes actividades humanas como responsables de los daños,
lo cual ha fijado la idea de que éstas últimas son determinantes en los
retrocesos de las formaciones mas sensibles.
En
relación a esto, nos hemos formulado algunas preguntas: los efectos de la
actividad volcánica son poco significativos en los cambios que la vegetación
experimenta?, o por el contrario y siguiendo a la creencia generalizada, es la
actividad antropica la causante del deterioro del paisaje vegetal?, existe una
responsabilidad compartida?, el estado de deterioro debería ser considerado
como "normal"?; existen posibilidades de esperar una recuperación
espontánea una vez liberada el área de la presión antropica? espacialmente
existen dinámicas de diferente signo dentro del Parque?; éstas cuestiones y más
aún, deberán ser respondidas en el transcurso de nuestra investigación si es
que aspiramos a contribuir a sentar las bases del conocimiento científico para
una adecuada administración y manejo de éste espacio geográfico.
En
definitiva, las perturbaciones naturales están siempre presentes, son como dice
Jardel (1991:9) "el motor del proceso de sucesión ecológica", en
este sentido las acciones humanas contribuyen a amplificar los efectos e incluso
llegan a asumir el principal papel protagónico, trastocando la dinámica
"normal" del paisaje.
2.3.5.
Cinturones de vegetación
Las
formaciones vegetales que han sido reconocidas en los volcanes de Fuego y Nevado
de Colima son desde la base las siguientes: Bosque de Pino/Encino, Bosque Mesófilo
de Montaña, Bosque de Oyamel, Bosque de Aile, Bosque de Pino Hartwegii y
Zacatonal.
Existen
diferentes factores de diferenciación de la vegetación: el gradiente
altitudinal, la dirección de los vientos, la exposición etc., que contribuyen
a configurar estratos de vegetación e incluso verdaderos mosaicos paisajísticos.
En las partes bajas del CVC la explotación forestal presente y pasada parece
colaborar a afirmar éstas diferencias mientras que en el área cumbrera la
relación dialéctica que sostiene la vegetación con los procesos elementales
de ladera y que se inclinan hacia estos últimos propicia la existencia de
formaciones más bien laxas.
Cambiando
de escala podemos adelantar la existencia de una disimetría pluviométrica de
vertientes, por ello tenemos la vertiente de exposición Occidental con
tendencia a la xericidad y la Oriental más húmeda, así lo inferimos de los
cinturones de vegetación que a continuación se enuncian:
En
el presente estudio caracterizamos la vegetación del CVC siguiendo los métodos
de clasificación de Brown – Blanquet que comprende la estructura y sociología
de la vegetación. Los levantamientos de vegetación fueron releves que
comprendieron diferentes tamaños de área muestreada según el tipo de vegetación
y forma de vida de los individuos. Existe además el análisis espacial temporal
según formatos digitales y l cartografía INEGI, 1970.
De
la imagen Lansat 1993 realizamos una clasificación supervisada con información
de campo y se presta aquí el mapa. El análisis temporal comparativo de la
información de 1970 y 1993 no fue posible dada la diferencia de los formatos e
incompatibilidad de las imágenes. Se presenta el análisis de cada caso en
forma separada. La caracterización de vegetación fue indispensable para la
construcción de unidades de paisaje las cuales comprenden el análisis de la
información en forma combinada y resumida con base en los trabajos de González
y Pérez (S.F.) y el Plan de Manejo Forestal (Unidad de Explotación..., 1989)
Vertiente Oriental |
Altitud |
Vertiente Occidental |
Altitud |
Zacatonal |
3600-3800 |
Bosque
de Pino Hartwegii |
3200
- 3800 |
Bosque
de pino Hartwegii |
3300
- 3800 |
Bosque
de Oyamel |
2500
- 3200 |
Bosque
de Oyamel |
2500
- 3400 |
Bosque
Mesófilo |
2100-2500 |
Bosque
Mesófilo |
1000
- 2500 |
Bosque
de Pino/Encino |
1600
- 2100 |
Bosque
de Pino / Encino |
1500
- 2600 |
|
|
Figura 9. Perfil de vegetación del CVC
Esta
formación se caracteriza por su hábito de crecimiento amacollado; con un
estrato herbáceo dominado por gramíneas, aunque en lugares rocosos diversas
dicotiledonias suelen ser más abundantes. Su distribución altitudinal está
comúnmente
entre los 3600 y 3900 m, su mejor estado de desarrollo pude encontrarse
alrededor de los 3700 m.
Dentro
de esta formación es importante destacar la función del género Arenaria, que
coloniza suelos arenosos móviles.
El
fuego ha provocado cambios importantes, sin embargo se considera difícil
precisar cual es la vegetación secundaria, en cambio se advierte que algunas
especies han modificado ese tamaño y recubrimiento.
Es
una formación fundamentalmente monoespecifica y abierta, que marca el límite
superior del arbolado; se pueden encontrar individuos de Cupressus lindley
(cedro) que fue introducido con fines de reforestación y Alnus
firmifolia hacia su límite inferior. Se desarrolla entre 3200 a 3800 m, alcanza
su mejor desarrollo en torno a los 3550 m.
Desde
1963 se efectúan cortas de saneamiento y aspersión de insecticidas para
combatir el Dendroctonus; actualmente parece haber sido erradicado aunque sus
efectos persisten.
La
presencia de plantas parásitas como Arceuthobium vaginatum y A. globosum, dan
cuenta de la debilidad de ésta formación, cuya regeneración es prácticamente
nula debido a incendios reiterados.
Es
una formación que marca el contacto entre el bosque de pino hartweguii y el de
oyamel, aquí se mezclan especies de los dos pero con predominio de
Alnus firmifolia al que debe su nombre; se suele encontrar alrededor de
los 3000 m de altura.
Se
caracteriza por ser un bosque abierto con gramíneas amcolladas en un estrato
herbáceo diversificado. Las plantas parásitas están también representadas
por Polypodium sedum y Phoradendrom calyculatum.
Bosque
de oyamel
Es
una formación que llega a estar integrada por rodales puros, aunque con
frecuencia se presenta constituyendo asociaciones primarias con Cupressus
lindley y Pinus montezumae.
Presenta
una distribución relacionada estrechamente a las disponibilidades hídricas, en
área protegidas a la radiación y el viento. Se encuentra comúnmente entre los
2900 y 3500 m de altura.
En
donde encuentra las condiciones óptimas se desarrolla con aspecto umbroso de
bosque denso monoespecifico, sotobosque reducido, líquenes en las ramas y suelo
cubierto de musgos; normalmente en alturas de 2900 a 3150 m.
La
variedad de especies dentro de ésta formación, junto con la complejidad de su
estructura son sus signos de identidad. Por ello, el predominio de alguna de las
especies típicas es de naturaleza secundaria. Por otra parte, ejemplifica
la convivencia de especies con parentescos boreales y neotropicales.
Se
desarrolla entre los 1000 y 2500 m de altura, no llega a formar sin embargo un
piso de vegetación, más bien se presenta formando mosaicos junto con las
formaciones de pino/encino y oyamel. Su mejor estado lo encontramos entre 1620 y
2310 m de altura en áreas protegidas de los vientos y con menos radiación
solar, frecuentemente cubiertas por nubes; es decir, requiere de una elevada
humedad al igual que el oyamel, por lo cual las barrancas constituyen su enclave
preferente.
Esta
es una formación sumamente sensible a las perturbaciones, los incendios afectan
ostensiblemente sus etapas sucesionales por ello en los volcanes se encuentra en
franco retroceso con peligro de desaparecer (Jardel Opus. cit.). En ésta región
puede encontrar excelentes condiciones naturales para desarrollarse, incluso si
está poco perturbada puede remplazar al bosque de pino.
Los
disturbios importantes producidos en el bosque mesófilo, que causan aperturas
de claros pueden inducir un rápido establecimiento de praderas.
Bosque
de pino
/
encino
Las
especies de esta formación presentan una importante propagación en el área,
su distribución altitudinal es amplia desde los 1500 m hasta más de 3000 m,
contribuyen de este modo a diseñar interesantes matices paisajísticos.
Es
probable que originalmente las especies dominantes de éste bosque fueran del
genero Quercus y que el pino formara parte de el como elemento subordinado,
estos últimos serían precursores del bosque perturbado
"naturalmente".
En
las condiciones actuales las relaciones se han invertido, los pinos son
generalmente el elemento dominante, sus enclaves característicos son las
laderas abiertas más secas y soleadas; forman un bosque laxo con un estrato
herbáceo donde predominan las gramíneas y las epifitas están prácticamente
ausentes.
En
virtud de la escasa información con la que contamos hasta el momento, no nos es
posible manifestar si ha existido perdida o sustitución de especies, si podemos
adelantar sin embargo que existen cambios en las composiciones florísticas de
las formaciones debido al traslape o modificación de las superficies de
distribución.